“A mi padre lo están obligando a colapsar para que deje su huelga de hambre. Su cubículo lo convirtieron en depósitos de sueros y jeringas para justificar la entrada y salida a toda hora y no dejarlo dormir. Aunque su cuarto está aislado del resto y el aire acondicionado podría manipularse como se quisiera, lo mantienen a 8 grados centígrados. Ese aire está a sólo dos metros de su cama, lo que hace que las vibraciones del motor le muevan la cama y tampoco lo dejen descansar. Les hemos pedido a los médicos que mejoren la situación, pero no hacen nada”, denuncia Ángela Brito, hija del productor agropecuario Franklin Brito.
Los médicos impiden a Brito que tenga teléfono móvil en el hospital porque, según dicen, puede hacer interferencia con los equipos de la terapia intensiva. “Sin embargo, los cinco militares que lo vigilan están en el mismo cubículo que él con laptops y celulares”, señala Ángela, quien confiesa que está considerando sumarse a la huelga de hambre “en vista del deterioro en que se encuentra su padre, de que lo torturan y de que el Gobierno ni siquiera lleva una propuesta”.
De acuerdo con un informe de la Cruz Roja, la salud del productor es crítica. Su hija explica que tiene daños en los riñones y en el hígado. “Está por debajo de 40 kilos cuando debería pesar 90; tiene hipotermia, pues la temperatura de su cuerpo ha llegado a 35 grados centígrados. Ya no se puede mover, tiene la piel morada y los glóbulos rojos se le están rompiendo por falta de proteína. Los glóbulos blancos están en 2.700 cuando el mínimo es 4.500. Cualquier infección sería mortal, pero él está decidido a continuar con su huelga de hambre hasta que el Gobierno dé respuesta”, asegura.
Fuente TalCual
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