dinsdag 20 juli 2010

PUDREVAL 20 CHÁVEZ 0


















Tristeza. Rabia. Impotencia. Desconcierto. Calentura. Todo eso y más es lo que se siente cuando uno ve al presidente Hugo Chávez tratando de ocultar lo inocultable. Tratando de defender lo indefendible. Provoca vomitar cada vez que uno observa al Jefe de Estado tratando de esconder el escándalo de Pudreval, y evitando que el brazo de la justicia llegue hasta los ministros y altos funcionaos responsables de que casi 250 millones de kilos de comida se hayan dañado en galpones y contenedores, mientras en los sectores populares hay gente que se acuesta sin comer.

Hace once años atrás, uno veía a Hugo Chávez prometer que acabaría con la corrupción y ahora resulta que hace todo lo contrario: la protege, la esconde, la estimula, la ampara y hasta la bendice. El Presidente sólo habla de la corrupción de la Cuarta República, pero se niega a ver la corrupción de la Quinta, que es diez mil veces más grande. Un Presidente serio y responsable habría destituido a medio Gabinete por el escándalo de los casi 2 mil contenedores llenos de comida podrida que han sido localizados en varios puertos del país. Chávez no solamente no destituye a los ministros, sino que los premia y los alaba en cadena nacional.

Hasta ahora, un solo funcionario de alto calibre, Luis Pulido, aparece detenido por el caso Pudreval. Pero todo el mundo sabe que Pulido no es el único responsable que debería estar preso por este escandaloso caso de corrupción, por cuanto hay muchos peces gordos que deberían estar tras las rejas y que no lo están porque gozan del amparo y la protección del Jefe de Estado. Uno de esos peces gordos es Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, quien una vez más ha logrado salirse del paquete gracias a la protección que le brinda el presidente Hugo Chávez.

El Gobierno lo ha intentado todo para tratar de tapar el escándalo Pudreval. Primero se lanzaron contra Zuloaga y Globovisión. En lo que evidentemente era una maniobra distraccionista que buscaba llevar hacia otro lado la atención de la gente y hacer olvidar el caso de los contenedores, se lanzó una ofensiva mediática y policial contra Guillermo Zuloaga y su hijo, quienes fueron acusados de acaparamiento, usura y mil cosas más. Pero la opinión pública no mordió el anzuelo. La gente siguió exigiendo que le contaran todos los detalles de Pudreval y las investigaciones siguieron su curso, encontrando nuevos contenedores y nuevas toneladas de alimentos podridos, descompuestos o como dice el Gobierno "no conformes".

Fracasada la operación Zuloaga, y en razón de que el escándalo Pudreval seguía su curso, la Sala Situacional de Miraflores puso en marcha un segundo plan distraccionista: esta vez se desató el escándalo del Banco Federal, cuyo accionista, casualmente, era Nelson Mezherane, otro de los dueños de Globovisión. La maquinaria propagandística y comunicacional del Gobierno utilizó todos los argumentos habidos y por haber para tratar de que el escándalo del Federal fuera lo más ruidoso posible, pero tampoco lograron su cometido. En la calle, el tema de conversación seguía siendo la comida podrida y vencida, los containers que seguían apareciendo con toneladas de leche, carne, pollo, y otros alimentos descompuestos.

Chávez se percató de que la matriz de opinión generada en torno a los alimentos podridos y descompuestos estaba avanzando vertiginosamente hacia el Palacio de Miraflores y de inmediato se encendieron las alarmas. Aparecieron entonces las cadenas de radio y televisión, una detrás de la otra, cada una más larga y fastidiosa que la otra, en un intento por tratar de concentrar nuevamente la atención de la gente en los temas y la agenda que fije el Presidente y no en los temas y en la agenda que estaba fijando la oposición democrática venezolana.

Pero la magnitud y el impacto que sobre el ánimo de la gente ha tenido y sigue teniendo el escándalo de Pudreval es tan enorme, tan gigantesco, que ni siquiera las continuas cadenas presidenciales, los discursos y los chistes subidos de tono del Jefe de Estado han podido detener el efecto bola de nieve a nivel de opinión pública. La Sala Situacional puso a rodar dos nuevas armas de distracción: primero, el enfrentamiento con el Cardenal Jorge Urosa Savino, a quien el Jefe de Estado insultó como le dio la gana; y más recientemente el bochornoso espectáculo de la exhumación de los restos del Libertador Simón Bolívar, con transmisión en cadena nacional de radio y televisión, en lo que se considera como el más vulgar y chabacano acto de profanación cometido contra la figura del Padre de la Patria. Y todo eso para qué?, pues para tratar de modificar a como dé lugar el curso de los acontecimientos que marcan un deterioro progresivo e indetenible del apoyo popular hacia el presidente Hugo Chávez y hacia todo lo que tenga que ver con su gobierno.

Pero ni la exhumación de los restos del Libertador podrá salvarlo de la debacle. Tampoco lo salvarán los polvos de tierra traídos de Paita, allá en Perú, haciéndole ver a la gente que se trataba de "restos simbólicos" de Manuelita Sáenz. Ningún acto de brujería, de hechicería o de magia negra podrá salvar a este gobierno desvergonzado, maloliente, putrefacto y corrupto de lo que le espera el 26 de septiembre de este año. La derrota la tiene en la frente, marcada como una cruz. Los venezolanos ya hemos aprendido bastante, y como dicen en oriente, no hay nadie más pendejo que aquel que cree que los demás lo son.

Si Chávez sigue creyendo que los venezolanos somos pendejos y que nos chupamos el dedo, allá él. El 26 de septiembre, cuando la gran mayoría de los venezolanos acuda a votar por los candidatos de la democracia y la libertad, Chávez se dará cuenta que nosotros no nacimos por la manga de la camisa, que no fuimos agarrados a lazo, y que somos mucho más sabios e inteligentes que él. Por ahora, las cuentas van así: Pudreval 20. Chávez O.


escrito por Gustavo Azócar Alcalá
domingo, 18 de julio de 2010

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